Después de mucho tiempo
se reencontraron una tarde
cuando el viento acariciaba los trigales y el sol los maduraba.
Ella venia por el camino de la calle angosta,
el llegaba justo al cruce de caminos.
Se miraron, se acercaron lentamente
mientras los recuerdos se agolpaban
en sus mentes.
Ella sonrió, el algo más tímido bajo la vista.
Pero el amor volvió a unirlos en un beso.
La distancia no había podido borrar
el sentimiento, que permaneció latente en los recuerdos,
de un ayer que se volvió presente...
Néstor O Salgado
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