El nacimiento de alguno de los animales, la marcha del sembrado, la compra de semillas para siembra entremezclados con alguno de sus poemas que cada tanto le recitaba a la naturaleza; su beta poética muchas veces lo llevo a ilusionarse y plantear útopias en medio de una realidad que lo agobiaba.
Los poetas muchas veces idealizan una situación y la pintan de colores cuando en realidad se trata apenas de grises matizados.
Pero después con el paso del tiempo comprendí que estás idealizaciones de su chacra y de sus sueños eran lo que lo mantenían con esperanza.
Ellos vinieron de España y como dice el refrán con una mano atrás y otra adelante a conquistar las Américas, llegaban a una tierra de prosperidad, a una patria naciente como la Argentina que los recibió con los brazos abiertos porque necesitaba hombres para trabajar la tierra, para hacer germinar esa pampa húmeda... Pero una cosa eran todas esas palabras de aliento que quería transmitir el Gobierno de aquel tiempo y otra cosa los terratenientes y comerciantes enriquecidos rápidamente ante la necesidad de elementos para labrar o sembrar las parcelas, y el consumo indispensable para vivir. Todos sabíamos que gran parte de la cosecha se la llevaban estos mercaderes con importantes ganancia de su parte: poco valía el trabajo y las privaciones del hombre o la mujer en el campo ante la ambición de los verdaderos dueños de la riqueza nacional.
Cómo dice una de las frases de Héctor Roberto Atahualpa Yupanqui, "Las penas son de nosotros las vaquitas son ajenas"
A pasado el tiempo y algunas cosas han cambiado.
¿Cuáles? me preguntaras si aún viven en el campo trabajando la tierra y viendo las injusticias del sistema?
Bueno en mi caso el cambio más notable lo he notado en el cuaderno; ahora tiene sus páginas amarillentas.
Este relato integrara la Antologia Digital Vivencias del Ser, que será publicada próximamente
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