Alejandro despertó sobresaltado, quito sus pies del escritorio y de un manotazo apago el cigarrillo, que al consumirse había caído sobre el mueble comenzando a quemar la madera Dejando ese típico tostado sobre el lustre Para finalmente darse cuenta que no estaba solo...
El encargado de personal lo miraba serio, con sus manos sobre la cintura; el procuro sonreír, pero solo pudo mostrar una mueca triste.
Es difícil sonreirle a la adversidad y más cuando uno se imagina que un rato después deberá pasar por el escritorio a retirar su telegrama de despido...
Autor: Néstor Omar Salgado
(foto rincón del vago)
Web del Autor
http://nestorosalgado.blogspot.com.ar/
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